Perfiles Urbanos
Perdió ambas piernas

Ariel Atamañuk: del accidente que le cambió la vida al sueño de ser leyenda paralímpica

El gendarme misionero perdió las dos piernas en un trágico accidente en servicio.
A fuerza de coraje, volvió a levantarse y encontró en el deporte una nueva misión: representar a la Argentina en los Juegos Paralímpicos.
Su esposa, Viviana Cabrera, fue clave en ese proceso: lo acompañó en cada caída y en cada pequeño avance, sosteniéndolo cuando la oscuridad parecía más fuerte.
Ariel es un símbolo de resiliencia, un hombre que supo transformar la tragedia en motor de esperanza.

El gendarme misionero perdió las dos piernas en un trágico accidente en servicio. A fuerza de coraje, volvió a levantarse y encontró en el deporte una nueva misión: representar a la Argentina en los Juegos Paralímpicos. Hoy es ejemplo de resiliencia y esperanza.

El 14 de marzo de 2015 la vida de Ariel Atamañuk dio un giro irreversible. Ese día, mientras cumplía funciones como chofer de un colectivo de Gendarmería en Córdoba, un choque frontal contra un camión le arrebató las dos piernas y dejó profundas marcas en su cuerpo. En ese mismo accidente falleció uno de sus compañeros, el cabo Olmedo. Ariel sobrevivió, pero la prueba que debía atravesar recién comenzaba.

Estuvo más de un mes internado, atravesó múltiples cirugías y una rehabilitación interminable. Reaprender a caminar con prótesis fue apenas una parte de la batalla. La otra, quizá la más dura, fue recuperar la confianza y la fuerza para seguir adelante. Su esposa, Viviana Cabrera, fue clave en ese proceso: lo acompañó en cada caída y en cada pequeño avance, sosteniéndolo cuando la oscuridad parecía más fuerte.

El uniforme verde oliva que vistió desde 2005 quedó atrás, pero no así su vocación de servicio. Ariel decidió transformarse. Encontró en el deporte adaptado un nuevo camino y, casi sin proponérselo, una misión que trascendía su propia historia. Primero probó con la bicicleta de mano y después descubrió el paracanotaje, disciplina que lo atrapó desde el primer momento.

Con el mismo espíritu de entrega con el que había servido en Gendarmería, se lanzó al agua. Lo que empezó como una terapia se convirtió en pasión y luego en un proyecto de vida. En pocos años alcanzó logros que muchos atletas persiguen durante toda una carrera: fue campeón panamericano y sudamericano, y se ganó un lugar en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, donde representó a la Argentina con orgullo.

Lejos de conformarse, Ariel siguió entrenando y superando límites. En 2024 consiguió la clasificación para los Juegos de París, esta vez con el objetivo de hacer historia en kayak (KL2) y canoa (VL3). Desde Europa, donde entrena con intensidad, asegura sentirse un “privilegiado dentro del deporte”.

Hoy, Ariel Atamañuk no solo es un deportista de alto rendimiento. Es un símbolo de resiliencia, un hombre que supo transformar la tragedia en motor de esperanza. La condecoración como héroe de Gendarmería y el reconocimiento como embajador del Comité Paralímpico Argentino no son medallas de protocolo, sino el reflejo de una vida que inspira.

De aquel accidente que pudo ser final, Ariel escribió un nuevo comienzo. Y cada brazada sobre el agua es un mensaje de vida: que no hay caída definitiva mientras existan las ganas de levantarse.

Lectores: 92

Envianos tu comentario

Nombre:
Correo electrónico :
Comentario: