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Edgardo Doberstein, el profe que transformó una escuela técnica y terminó inspirando a todo un país

El misionero Edgardo Doberstein recibió el Premio Docentes que Inspiran 2025 por una década de proyectos que mezclan tecnología, inclusión y compromiso comunitario.
Su historia es la de un docente que decidió cambiar su entorno empezando por el aula, y que hoy es referente nacional por su forma de enseñar y de acompañar.
“Fue una jornada muy emotiva”, contó.
Durante 10 años, Edgardo Doberstein caminó los pasillos de la Epet 18 de Puerto Esperanza.

El misionero Edgardo Doberstein recibió el Premio Docentes que Inspiran 2025 por una década de proyectos que mezclan tecnología, inclusión y compromiso comunitario.

Su historia es la de un docente que decidió cambiar su entorno empezando por el aula, y que hoy es referente nacional por su forma de enseñar y de acompañar.

Durante diez años, Edgardo Doberstein caminó los pasillos de la Epet 18 de Puerto Esperanza con la misma convicción: enseñar pensando en las personas, no en los manuales.

Lo confirmó él mismo después de recibir el Premio Docentes que Inspiran 2025, una distinción nacional que lo puso en el centro de la escena educativa y que coronó una trayectoria pensada para abrir puertas y oportunidades.

Llegó a Buenos Aires acompañado por su hijo Nicolás y por una emoción que lo desbordó desde el inicio de la ceremonia. El auditorio del Museo Fortabat estaba colmado y el formato televisivo del evento sumó tensión: cámaras, luces y una espera que parecía interminable.

"Fue una jornada muy emotiva", contó. Cuando dijeron su nombre, sintió que una década de trabajo silencioso en el norte misionero se hacía visible ante todos.

"Gracias a todos, al jurado y a mi hijo Nicolás, que es mi inspiración", dijo frente al escenario. No era una frase al pasar: con él comparte muchas de las ideas que luego bajó al aula en forma de proyectos de electrónica, impresión 3D, robótica o prototipado.

Un camino que empezó en la escuela y terminó en la comunidad

En sus clases, la tecnología nunca fue un fin, sino una herramienta para responder a necesidades reales. Así surgieron desarrollos que marcaron a la escuela y a la comunidad: una prótesis impresa en 3D para una persona que había perdido los dedos; un dispositivo didáctico para enseñar braille a niños ciegos; un dron submarino para búsqueda de personas; y la participación en CANSAT, donde su equipo llegó a la final entre 860 instituciones del país.

Cada proyecto nacía de la misma pregunta que Edgardo lanzaba a sus estudiantes: "¿A quién podemos ayudar con esto?" Las respuestas, acompañadas por horas de taller, soldaduras, ideas y aprendizajes, hicieron que la Epet 18 empezara a destacarse en ferias de ciencias y competencias nacionales. "Venimos trabajando para despertar interés y motivación en los alumnos", resume él.

Esa trayectoria sostenida (premios, menciones y soluciones concretas para su comunidad) fue el puente que lo llevó a la instancia nacional del certamen. "Todo ese conjunto de proyectos hizo que yo reúna los requisitos para estar en esta final y ganarla", reconoció.

Una ceremonia, una provincia y un mensaje de futuro

Antes de viajar a Buenos Aires, Edgardo y su colega misionera Gabriela Büttner (quien obtuvo una Mención de Honor por su trabajo en escuelas rurales) fueron recibidos por las autoridades provinciales. Ese gesto, para él, significó un reconocimiento al trabajo colectivo que se hace a nivel local.

Ya en la gala, mientras las cámaras encendían la última secuencia para el programa televisivo, Doberstein volvió a sentir la fuerza de todo lo vivido. El anuncio final lo encontró tomado de la mano de su hijo. "Fue muy emotivo, lo pude compartir con él y con colegas de todo el país", recordó.

Hoy, el docente que empezó diseñando pequeños proyectos con sus estudiantes es uno de los seis educadores más reconocidos de Argentina en 2025.

Pero tal vez su premio más grande no esté en los 14 millones que le otorgaron, ni en la estatuilla, ni en las felicitaciones que recibió. Está en lo que él mismo sembró: la idea de que la educación técnica también puede transformar destinos cuando se piensa con empatía, creatividad y compromiso social.

Un profe que inspira donde más importa

En Puerto Esperanza, sus alumnos lo llaman "profe", sus colegas lo consultan para cada proyecto nuevo y la comunidad lo adoptó como un referente. Su historia, ahora, se cuenta en un escenario nacional. Pero el corazón de todo sigue estando en la Epet 18, donde cada día vuelve a empezar con la misma pregunta que lo guía desde hace una década.

"¿Qué podemos crear hoy para mejorar la vida de alguien?"

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