Jorge Villaverde: el legado de un director que marcó la diferencia en Puerto Piray
Tras 40 años dedicados a la docencia y casi tres décadas como director del BOP N° 37, Jorge Villaverde se despidió de las aulas y de la dirección de una institución conocida por su resiliente historia.
Después de 40 años y 8 meses dedicados a la docencia, y 29 de ellos como director del Bachillerato Orientado Provincial N° 37 en Puerto Piray, Jorge Villaverde ha cerrado un capítulo fundamental en su vida. En un emotivo acto organizado por estudiantes y colegas, fue despedido con cariño y admiración, una muestra de respeto que se compartió también en las redes sociales. En esta entrevista, Villaverde reflexiona sobre su carrera, los desafíos enfrentados y su legado como educador.
Villaverde asumió la dirección del BOP N° 37 en 1995, cuando la institución apenas comenzaba. "No teníamos edificio propio, las aulas eran precarias, no había mobiliario ni siquiera un diccionario en la biblioteca", recuerda. Sin embargo, con el apoyo de docentes, estudiantes y padres, lograron transformar la escuela.
"Con la Ley Federal y el Pacto Educativo, el plan social permitió equipar la escuela con las primeras computadoras. Eso nos dio la posibilidad de participar en pasantías laborales que obtuvieron un reconocimiento nacional", señala. Este esfuerzo conjunto fortaleció el sentido de comunidad en la institución, marcando los primeros años de su gestión como una etapa de aprendizaje y superación.
No todos los momentos fueron fáciles. El edificio escolar, construido con esfuerzo, sufrió daños graves tras una tormenta. Luego, en 2004, un incendio intencional destruyó las instalaciones. "Fue muy duro ver todo lo que habíamos construido reducido a cenizas. Pero jamás pensé en renunciar", confiesa Villaverde.
La comunidad educativa no se rindió. Con clases dictadas en un tinglado prestado y aulas improvisadas en una parroquia, lograron continuar el ciclo lectivo. "En 2005, se construyó un nuevo edificio moderno y funcional, gracias al esfuerzo de todos. No me siento un héroe, simplemente encabezaba un movimiento colectivo", asegura.
A pesar de la gravedad del incendio nunca se supo quién o quiénes fueron los responsables. “No se investigó lo suficiente y por ende, ese atentado ha quedado impune", lamenta Villaverde.
Un mandato de resiliencia
Para Villaverde, la clave para superar los momentos difíciles fue el trabajo en equipo y el amor por la docencia. “El BOP 37 tiene una historia muy rica y un mandato muy fuerte, el de luchar en la adversidad y salir adelante a pesar de todo. Creo que la historia de la escuela es un ejemplo de lucha y superación", reflexiona. “Jamás por mi mente pasó la idea de renunciar y de dejar todo al abandono, al contrario, la misma fuerza que puse yo, la pusieron los colegas y la comunidad” remarcó.
A lo largo de su carrera, Villaverde no solo se dedicó a formar académicamente a sus estudiantes, sino también a inculcar valores. "Cuando se dice que la juventud no tiene metas, yo no estoy de acuerdo. Estos chicos son la prueba de que hay esperanza. Son buenas personas, sanos y dignos de recibir las responsabilidades futuras de la sociedad argentina", comenta seguro.
Este cariño se hizo notar en el acto de despedida, con una fila simbólica de alumnos y un guiso preparado por ellos mismos. "Fue muy emotivo, sentí el reconocimiento de años de dedicación, y eso me llena de alegría y gratitud", relata.
Villaverde, nacido en Posadas pero radicado en Puerto Piray desde 1984, considera que esta ciudad lo adoptó como a uno de sus hijos. "Me siento querido y respetado por esta comunidad. No tengo palabras suficientes para agradecer tanto afecto", dice.
Una nueva etapa
Aunque reconoce que desvincularse de la docencia no es fácil, Villaverde asegura que lo hace con serenidad. "Le pedí a Dios y a la Virgen que me dieran salud para llegar al día de mi jubilación trabajando, y así fue. Ahora dedicaré más tiempo a mi esposa, mis hijos y mis nietas, que son mi mayor alegría", comparte. Además, planea seguir involucrado en actividades comunitarias. "Siempre me encontrarán haciendo algo por los demás”
Jorge Villaverde cierra su etapa laboral con la satisfacción de haber contribuido al desarrollo de cientos de jóvenes y al fortalecimiento de una comunidad educativa que enfrentó grandes retos. "Me siento pleno, realizado. No tengo ninguna asignatura pendiente, creo que todo lo que me propuse como director traté de lograrlo", concluye.
La historia de Villaverde es un ejemplo de vocación, esfuerzo y resiliencia, valores que trascienden el aula y dejan huella en quienes tuvieron la fortuna de cruzarse con él en el camino.