Un obereño en la NASA: Luis Santiago López, de la tierra colorada a la Luna
Del barrio obereño a los pasillos del Centro Espacial Kennedy en Florida. Del aula universitaria en Córdoba a la sala donde se prueban satélites que acompañarán a la humanidad en su regreso a la Luna. Así transcurre la vida de Luis Santiago López, un joven ingeniero en sistemas que, con esfuerzo y dedicación, se ganó un lugar en uno de los proyectos más importantes de la historia reciente de la exploración espacial: la misión Artemis II de la NASA.
De Oberá al espacio
Luis nació y creció en Oberá, una ciudad que nunca dejó de llevar en el corazón. Entre calles empinadas y vecinos que lo conocen desde chico, cultivó la curiosidad que más tarde lo llevaría a abrazar la ciencia y la ingeniería. “Siempre fui inquieto, me gustaba desarmar cosas y entender cómo funcionaban. Esa chispa inicial después se convirtió en vocación”, recuerda.
Su recorrido académico y profesional lo fue acercando, paso a paso, a un mundo que parecía lejano. En abril de 2022 se incorporó a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), la agencia argentina que desarrolla proyectos de investigación y satélites propios. Allí comenzó en el proyecto SAOCOM-2, vinculado al monitoreo terrestre y la observación con radar.
Pocos meses más tarde, en diciembre de 2023, dio un salto impensado: integrarse al equipo de ATENEA, un cubesat argentino que acompañará a la misión Artemis II de la NASA.
ATENEA: un satélite argentino rumbo a la Luna
ATENEA es un satélite en formato cubesat, es decir, de pequeñas dimensiones, pensado para experimentar tecnologías en entornos de alta exigencia. Su objetivo es múltiple: medir radiación, obtener soluciones GNSS en altas órbitas y probar sistemas de comunicación a larga distancia.
En ese esquema, el rol de López fue fundamental. Como Ingeniero en Sistemas a nivel misión, debió coordinar la interacción entre todos los subsistemas: estructuras, potencia, control térmico y comunicaciones. “Mi tarea fue asegurar que cada engranaje del satélite se acoplara al otro y que, al final del día, todo funcione como un sistema único”, explicó.
El proceso incluyó pruebas ambientales y funcionales realizadas en Córdoba, antes de viajar a Florida, donde finalmente el satélite se integró al dispensador que lo conectará al cohete.
El desafío de trabajar junto a la NASA
La participación argentina en Artemis se selló tras la firma de los Acuerdos Artemis en 2023, que abrieron la puerta para que científicos y técnicos nacionales se sumaran a proyectos internacionales. Para López, esa oportunidad llegó mucho antes de lo esperado.
“Sinceramente, nunca imaginé llegar tan pronto a un proyecto conjunto con la NASA. Fue un sueño cumplido”, confiesa. El joven admite que los mayores desafíos fueron los plazos ajustados y las estrictas normas de seguridad de la agencia estadounidense. “Pero todo el esfuerzo valió la pena”, resume.
En el Centro Espacial Kennedy, donde los ojos del mundo están puestos en la preparación de la misión que llevará nuevamente astronautas a la Luna, el obereño aportó su conocimiento y su energía. Allí, entre colegas de distintos países, se hizo lugar con un sello muy personal.
La bandera de Oberá en la NASA
Luis llevó consigo algo más que sus conocimientos. En su valija de viaje incluyó la bandera de Oberá, un símbolo de identidad que desplegó en medio de los pasillos del centro espacial. “Tuve que explicarles a los de la NASA de dónde era la bandera porque no la conocían, y les gustó el gesto. Sentí un orgullo indescriptible”, relató.
Ese gesto simple se transformó en un puente invisible entre Misiones y Florida, entre la ciudad que lo vio crecer y la misión que lo proyecta al espacio.
El rol de la familia y los valores
Detrás de cada logro, López reconoce un soporte fundamental: su familia. “Siempre agradezco tener la oportunidad de vivir estas experiencias. Y la familia fue clave, sin mis padres y hermanas no habría podido estudiar y llegar hasta acá”, subraya.
Ese agradecimiento constante refleja la humildad con la que transita un presente de exigencias profesionales y de sueños cumplidos.
Mensaje a las nuevas generaciones
Más allá de los aspectos técnicos, el joven obereño también quiso dejar un mensaje a quienes sueñan con seguir caminos parecidos: “Que sueñen, que se esfuercen en cumplir sus metas. Puede que no todo salga como uno planea, pero si uno apunta alto puede llegar bastante lejos”.
Sus palabras no son solo una frase motivacional. Son el reflejo de una historia que comenzó en una ciudad del interior misionero y que hoy se proyecta a escala global.
Un equipo argentino en la misión Artemis II
Luis no está solo en este desafío. Junto a él trabajan otros profesionales argentinos: Juan Pablo Cuesta González como líder de proyecto, Andrés Sakamoto en aseguramiento de misión y seguridad, Nicolás Conde en ensamble e integración, Aldana Guilera en ingeniería térmica y Joaquín Brohme en ingeniería mecánica estructural.
La presencia de este grupo refleja el crecimiento del talento científico argentino y la capacidad del país de insertarse en proyectos de escala internacional.
De Oberá a la Luna
La historia de vida de Luis Santiago López sintetiza la fuerza de los sueños, el valor del esfuerzo y la importancia de no olvidar las raíces. Desde Oberá hasta la NASA, con la bandera de su ciudad en la mochila y la emoción intacta, el joven ingeniero se convirtió en parte de un capítulo histórico que llevará nuevamente a la humanidad a la Luna.
Y con cada paso que da, demuestra que los sueños que parecen inalcanzables pueden volverse realidad cuando se trabaja con pasión, disciplina y orgullo por el lugar de donde uno viene.







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