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VIDEO | "Finito" Gehrmann, motor y corazón incansable del deporte en nuestra provincia

El emblemático jugador y referente del básquet repasa su infancia en Oberá, su paso por la Selección Argentina, el retiro, y su actual rol como promotor de la inclusión social a través del juego.
A mediados de los 80, Finito dio el salto al básquet profesional y pronto fue convocado a la Selección Nacional.
En ese tiempo, el básquet argentino empezaba a hacerse un nombre en Sudamérica.
“No había redes sociales ni grandes sponsors, pero había un amor enorme por el juego. Éramos un grupo que soñaba con poner a la Argentina en lo más alto", recordó.
Cuando colgó las zapatillas, Finito no se alejó del deporte. “El retiro no es un final, es una transformación. El jugador se va, pero la persona sigue", reflexionó.
En los últimos años, Gehrmann repite una frase que sintetiza su filosofía: “El deporte es la herramienta más poderosa que tiene una sociedad para construir futuro.”

Ernesto “Finito” Gehrmann lleva el básquet en la sangre y en el alma. En esta charla, el histórico jugador y referente del deporte misionero repasa su infancia en Oberá, su paso por la Selección Argentina, el retiro, y su actual rol como promotor del deporte y la inclusión social a través del juego.

La infancia y el sueño en Oberá

“Yo nací en Oberá, y desde chico mi vida giró alrededor de una pelota”, recuerda Finito, con esa sonrisa calma que todavía conserva del pibe de barrio que se quedaba hasta tarde en la cancha del club. “En casa no sobraba nada, pero teníamos lo más importante: ganas y una familia que acompañaba. Mi viejo siempre me decía que el deporte no era solo para ganar, sino para aprender a perder sin dejar de intentarlo.”

Empezó a jugar en el Club Oberá Tenis Club, donde su talento y altura llamaron la atención de entrenadores locales. “Ahí me di cuenta de que podía llegar más lejos. Me levantaba a las seis para entrenar antes de ir al colegio. No era sacrificio, era pasión.”

El salto al profesionalismo y la Selección Argentina

A mediados de los 80, Finito dio el salto al básquet profesional y pronto fue convocado a la Selección Nacional. “Vestir la celeste y blanca fue uno de los momentos más fuertes de mi vida. Cuando escuchás el himno con esa camiseta puesta, te das cuenta de que ya no jugás solo por vos”, confiesa.

En ese tiempo, el básquet argentino empezaba a hacerse un nombre en Sudamérica, y Misiones aportaba su grano de arena con jugadores que dejaban huella. “No había redes sociales ni grandes sponsors, pero había un amor enorme por el juego. Éramos un grupo que soñaba con poner a la Argentina en lo más alto.”

Finito también recuerda los viajes interminables, las concentraciones y los partidos en canchas donde “el calor y el ruido te hacían sentir que estabas en una batalla”. “El básquet me enseñó a respetar al rival y a confiar en mis compañeros. Esas son lecciones que te sirven también fuera de la cancha.”

El retiro y la vida después del básquet

Cuando colgó las zapatillas, Finito no se alejó del deporte. “El retiro no es un final, es una transformación. El jugador se va, pero la persona sigue. Por eso decidí quedarme cerca del básquet, trabajando con los jóvenes, ayudando a formar no solo deportistas, sino personas.”

Con esa idea, comenzó su camino en la gestión deportiva y en programas provinciales de inclusión a través del deporte. Hoy, es un referente de la política deportiva misionera y uno de los impulsores de iniciativas que acercan la práctica deportiva a barrios y escuelas.

“El deporte no es solo competencia: es salud, educación, valores. En cada chico que se pone una camiseta hay una oportunidad de cambiarle la vida. Si logramos eso, todo el esfuerzo vale.”

El legado y su visión del deporte misionero

En los últimos años, Gehrmann repite una frase que sintetiza su filosofía: “El deporte es la herramienta más poderosa que tiene una sociedad para construir futuro.”

Bajo esa premisa, impulsa programas provinciales que combinan infraestructura, capacitación y acompañamiento social. “Misiones tiene un potencial enorme. Veo chicos y chicas que juegan con una pasión que me emociona. Lo importante es que sientan que hay un camino posible, que el deporte puede ser parte de su proyecto de vida.”

Al hablar del presente, Finito no duda: “Sigo soñando, pero ahora sueño desde otro lugar. Mi objetivo ya no es meter puntos, sino generar espacios para que otros puedan hacerlo.”

El juego sigue

El sonido de una pelota que rebota en el parquet todavía lo conmueve. “Cuando entro a una cancha, algo se activa adentro mío. Siento lo mismo que cuando era chico. El básquet me dio una identidad, me enseñó disciplina, respeto y amor por lo que hago. Si tuviera que resumir mi vida en una frase, diría que el básquet me enseñó que la vida también se juega en equipo.”

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