Con apenas 13 años, Valentina Franco ha demostrado que los sueños se construyen con esfuerzo, disciplina y mucho corazón.
Esta adolescente judoca misionera, del barrio Itaembé Guazú de Posadas, ha puesto a la provincia en el mapa deportivo al obtener la medalla de bronce en la categoría de 64 kilos en los Juegos Evita 2024 , celebrados en Mar del Plata. En esta entrevista, Valentina comparte sus inicios, sus sacrificios y sus sueños de llegar a lo más alto del deporte.
“Empecé a practicar judo a los 10 años”, cuenta Valentina, quien antes había probado otros deportes como el fútbol y el taekwondo. Sin embargo, fue el judo lo que le robó el corazón. “Cuando vi el judo me gustó. Ahí empecé con Valeria Solari en el polideportivo de Itaembé Guazú”, recuerda.
Para ella, este deporte es mucho más que una actividad física: es una escuela de vida. “Me gustan los lances (técnicas de la disciplina), el respeto, el compañerismo y la honestidad. Lo más lindo del judo son los compañeros que tenés, es hermoso este deporte”.
El esfuerzo dio frutos rápidamente, y este año, Valentina alcanzó el tercer puesto en el podio nacional. “Me siento re feliz. Estoy re contenta y orgullosa de mí por llegar a ese puesto, por representar a mi provincia y también a la escuelita de judo del barrio”, expresó emocionada la adolescente.
El sacrificio detrás de los logros
Detrás de cada logro deportivo hay horas de dedicación, y el caso de Valentina no es la excepción. “Algunos días entreno tres horas, y otros días hago dos horas. En total serán 12 horas a la semana, aparte del gimnasio”, explica.
Su rutina es exigente: “Martes y jueves tengo tres horas de entrenamiento, y lunes, miércoles y viernes entreno dos horas, pero en dos lugares: una en el polideportivo y otra en el Centro Provincial de Alto Rendimiento Deportivo (CEPARD). Además, antes de entrenar judo, hago gimnasio dos horas los martes y jueves”.
A pesar de esta carga horaria, Valentina logra equilibrar sus estudios en el primer año de la BOP 61. “Voy al colegio a la mañana, dejo toda la tarea para la noche, ya la tarde entreno. El fin de semana me queda corto para hacer la tarea, pero con suerte, me está yendo bien con mis notas”.
Mantener el nivel de entrenamiento y participar en competencias nacionales requiere un esfuerzo económico significativo, algo que Valentina y su familia han aprendido a sortear. Su mamá, Marcela, detalla cómo logran sostener los gastos: “A veces tenemos apoyo, a veces no. Contamos con una cooperadora muy trabajadora con los padres; Hacemos ventas y rifas para juntar fondos. Valentina también ayuda a vender comida prelista y alfajores”.
Marcela, quien trabaja como repostera y ofrece servicios de spa y masajes, destaca el orgullo que siente al ver a su hija cumplir sus metas: “Es complicado, pero todo se logra. Verla que tiene éxito y que le gusta es una alegría. Nosotros no teníamos estas oportunidades cuando éramos chicos, y ahora verla hacer algo que vale la pena es muy emocionante”.
La medalla obtenida en los Juegos Evita no pasó desapercibida en Itaembé Guazú ni en la escuela de Valentina. “Me prepararon un cartel con aplausos y papelitos. Me alentaron muchísimo para ir al nacional en Jujuy”, cuenta emocionada.
Como toda atleta, Valentina enfrenta nervios antes de competir. “Cuando aparece mi nombre en la pantalla quiero tragarme los dedos”, dice entre risas. Para calmarse, encuentra apoyo en sus compañeros: “Entro en calor con ellos y nos alentamos mutuamente”.
Con la mirada puesta en el futuro, Valentina tiene un sueño claro: “Quiero ser campeona olímpica, como Paula Pareto, mi ídola”.
Valentina Franco es mucho más que una promesa del judo argentino: es un ejemplo de perseverancia y pasión. Su historia refleja no solo su talento, sino también el esfuerzo conjunto de una familia y una comunidad que trabajan día a día para ayudarla a alcanzar sus metas.
En un deporte donde el respeto y el compañerismo son fundamentales, Valentina ya ha demostrado que tiene lo necesario para llegar lejos. Con el apoyo de su familia y su comunidad, esta joven judoca misionera sigue soñando en grande, y no cabe duda de que su nombre seguirá resonando en los tatamis nacionales e internacionales.